En mis primeros años de fotografía, me preocupaba mucho hacer «ARTE». Cada vez que cogía una cámara me llenaba de ansiedad, pensando que tenía que llevar a casa esa «foto del siglo». Tengo que decirte que rara vez lo hice.
Una de las lecciones más importantes que he aprendido a lo largo de los años es no preocuparme demasiado por el resultado final, sino que he aprendido a confiar en el proceso.
Mi proceso
Para mí, el proceso a menudo comienza con una idea o (más a menudo) una visión. Tengo un flash de una sensación visual o una imagen real en mi cabeza que quiero crear. Entonces pregunto, qué necesito para crear esa imagen.
Las primeras preguntas son: ¿necesito sujetos, una cierta ubicación, ciertos objetos, una combinación de colores o un tipo de luz en particular? Y, si mi idea es más editorial (es decir, «gente que surfea de pie»): ¿me obligará esto a reclutar o descubrir ciertos tipos de personas?
La siguiente lista de preguntas es más logística: ¿qué tipo de equipo necesitaré? ¿Requerirá esta imagen una cámara inusual, empuñadura y equipo de iluminación? ¿Necesitaré una tripulación o mi «banda de un solo hombre» será todo lo que se necesita?
A continuación, imagino y pienso en la imagen final y me pregunto: ¿requerirá esta imagen que estoy tratando de crear un enfoque diferente del trabajo de post-procesamiento? A menudo esta pregunta no se hace hasta después de la sesión de fotos.
En este punto, las preguntas se vuelven más personales. ¿La imagen que quiero crear es un punto final o el comienzo de una exploración visual? Estos dos objetivos diferentes requieren diferentes mentalidades. Si busco una imagen muy específica, el proceso se convierte en sacar cosas del camino. Si estoy explorando, entonces necesito mantener mis ojos y mi corazón abiertos a todas las posibilidades.
«Haz el trabajo»
En el libro de Julia Cameron El camino del artistahabla de que el trabajo del artista no es criticar su propio trabajo sino simplemente «hacer el trabajo». Hay muchas, muchas almas que ofrecerán sus dos centavos y estarán más que felices de construirte barricadas. El trabajo del fotógrafo, el de cualquier persona creativa, es ignorar a estos amigos bien intencionados y perseguir la visión.
He descubierto que si sigo mi proceso creativo no tengo que preocuparme por estas barreras a menudo auto-impuestas. Al final, creo que el trabajo del artista es tomar el bolígrafo, el pincel o la cámara e ir a hacer el trabajo.
Vivir es aprender a estar cómodo en la propia piel. Vivir es aprender cuándo confiar y cuándo ser cauteloso.
Ya no me levanto por la mañana y pienso: «¡¡¡Necesito hacer un gran arte hoy!!!» En cambio, he aprendido a confiar y seguir mi proceso creativo. He aprendido no sólo a concentrarme en el resultado, sino también a disfrutar mirando por la ventana durante el viaje y a confiar en que si sigo el proceso, a menudo crearé algo que valga la pena.
Sobre el autor: Zave Smith es un apasionado fotógrafo que se crió y se formó en el Medio Oeste, y ahora tiene su base en Filadelfia y Nueva York. Puedes encontrar más de su trabajo en su sitio web, Instagram, y Facebook.